miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una vuelta por la Antigua

Y la vida te regaló un año más de vida. Y me regaló a mi, un mes más de tu compañía. Y nos regaló a ambos, una noche mágica frente a un escenario centenario.

Decidimos ir a ver a ese argentino irreverente, a ese que no le excita cagar en el mar. Como dos hippies centroamericanos, tomamos un mapa imaginario y enrumbamos hacia esa ciudad de la cual se habla tanto en los paquines para turistas.

No sabíamos por donde tomar, que rumbo tomar. Los rótulos verdes tienen letras, que forman nombres. Pero eso no nos importaba. Nos importaba el calor del que llevábamos a la par, la mirada furtiva de vez en cuando, el tomarte la mano, el sentir que me tomabas la mía. Y fué esa la guía que nos llevó hacia nuestro destino temporal, que nos abrigaría por un par de días.

En aquella ciudad de habitantes de todas partes, llegados con el mismo objetivo que nosotros, redescubrimos el tiempo detenido. Cronos se hace sentir con fuerza allí. Y nos integramos inmediatamente. Ir y venir día y noche por sus callecitas, la pequeñez nuestra ante tanta majestuosidad sólo hacía que necesitaramos una y otra vez volver a visitar sitios explorados someramente.

Tanta historia abruma! Tanta pintura, obra de arte, objetos de gran valor! Creo que lo he asimilado mejor porque a la vez que sentía mi excitación de tener tanta historia frente a mi, sentía que lo estaba admirando a través de dos pares de ojos. Noches mágicas bajo luces tenues, o frente a luces de velas de restaurantes con nombres olvidados. Portones que se abrían para darnos paso en medio de una oscuridad ancestral. Calor generado de paredes centenarias que nos albergaron aquel tiempo. Todo todo, es una mezcla de imágenes que aún están frescas dentro de mi.

Y llegó ese día tan esperado por vos, que sabías más de los éxitos de aquel argento tan simpático en el escenario. Con dos guatemaltecos amabilísimos conformamos la banda feroz de admiradores de Andy Calamaro. Con ella y el nos sentamos =gallo en mano= a saborear a través de los sentidos todo lo que nos tenía preparado esa noche guatemalteca. Bebí sorbo a sorbo todo su arte, los sonidos policianos que nos regaló cuando coverió Walking On The Moon, o cuando converió a Led Zeppelin. Tuvo una muestra generosa de David Bowie también. No cabe duda, que es uno grande entre los grandes de la tierra austral. Ni los de atrás, ni los de adelante nadie en aquella ermita quería que aquello acabara. Pero tenía que acabar.


Me temo que los blogs son para escribir brevemente, por lo que tendré que omitir miles y miles de detalles que sucedieron entre las líneas atrás escritas. Pero también me temo que habrá "Una vuelta por la Antigua II".